Mientras repartía droga esta mañana por las aldeas de Sierra Morena, justo en el punto medio de la comarcal que une Los Altos con Los Bajos y que marca el pequeño cementerio que comparten, me han saltado los Vetusta Morla en la radio del coche diciendo algo así como que descubrieron que, al final, las palabras que no existen nos pueden salvar. Y de repente mi mente se ha visto envuelta en una niebla densa y fugaz que, al desaparecer, ha dejado únicamente, en letras abombilladas y parpadeantes, y gigantes sobre fondo blanco, la palabra COLIFLONI.
Ya casi no me quedan secretos.
Ustedes quizás no lo entenderéis, no la habéis escuchado nunca. No existe. Pero yo estoy vivo gracias a ella.
Sí señor. COLIFLONI