viernes, 14 de julio de 2017

Las Lisbon en IKEA

Me he sentado frente a un espejo de artista, rodeado de bombillas, para probar la mesa abatible que tenía debajo. IKEA, viernes por la tarde. Todo funcional. Se ha acercado una cría. No sé, siete años, ocho quizá. Rubia, ojos azules, pelo alborotado. Ha sonreído. Ha dicho Hola sin dejar de moverse, inquieta, a mi alrededor. Y entonces se ha puesto de puntillas, y abrazándome, me ha dado un besino en la frente. Se ha ido tan tranquila junto con su madre y, supongo, sus hermanas. Eran cuatro o cinco. Todas iguales, como las Lisbon. Me he quedado absorto mientras las veía desaparecer entre los muebles de oficina. Y me he acordado de la fascinación que de crío sentía cada vez que conseguía ver como el Sol se escondía bajo el mar, atravesando el horizonte.

Hoy tengo un concierto pero yo ya tengo suficiente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario