Este año, en el tradicional juego del amigo invisible que cada año celebramos tras la comida familiar en la casa del pueblo de mi familia política, me había tocado Suna Sun como sujeto a regalar. Fácil. Elegir el regalo no fue el problema (un grabado de Laffón, un artista francés que vive en el país vasco y que va de feria en feria vendiendo su obra y que nos encanta) sino mantener el secreto de que ella era mi amiga invisible. Vivo con María y mantener un secreto nunca fue uno de mis fuertes. Elegí a su tío como falso destinatario de mi regalo de cara a sus preguntas. He mantenido el tipo más o menos bien, sorteando su cuestionario acerca del tema como he podido. Esta mañana, justo antes de irnos y mientras hojeábamos el catálogo de Ikea bajo una manta gris, caliente y algo roída por el tiempo que lleva entre nuestras piernas, me ha preguntado qué libro le había comprado finalmente a su tío (suelo regalar libros siempre que el destinatario lo merece y lo soporta). Sin tiempo para pensar, le he respondido "Tombuctú" de Paul Auster, pues es el último que me he comprado, hace apenas un mes, en la feria de libros usados de la Plaza Nueva. Llevaba varios meses detrás de la edición de Anagrama pues Auster ha cambiado de manos y ahora lo lleva Booket, y teniendo casi todos en la editorial de Herralde, y siendo como soy completista, no quería quedarme sin él (lo encontré en el stand de la librería Boteros, en la cual jamás he conseguido entrar pues siempre que tengo un rato y me acerco, está cerrada y me tengo que conformar con ver a través del cristal antirrobo sus estanterías de suelo a pared y su sillón de lectura ajado). Se ha quedado muy callada. Después ducha, ropa, baño niños, vestir niños, carretera, bienvenida, risas, comida, mazapanes caseros y, por fin, reparto de regalos. Y ahí ha llegado el giro de tuerca austeriano. Cuando el miniyo2 me ha acercado el regalo que mi amiga invisible me había regalado, no he podido más que sonreir cuando al abrir la envoltura de papel marrón de la FNAC, me he encontrado con un ejemplar de "Tombuctú" de Paul Auster en mis manos.
Auster, maldito bastardo, sé que has orquestado todo esto desde tu despacho de Brooklyn. Me pregunto si no soy yo uno más de tus personajes y el azar que ronda mi vida desde que tengo uso de razón no surge del universo sino de tu estilográfica goteante. Te odio.
domingo, 25 de diciembre de 2016
sábado, 12 de noviembre de 2016
Cage VS The President
El ganador de las presidenciales norteamericanas debería enfrentarse en una segunda ronda contra Nicolas Cage, así en plan monstruo final de pantalla, para terminar de demostrar su valía y liderar así el mundo libre sin que nadie tuviera duda de su espíritu grandilocuente e imperecedero.
lunes, 7 de noviembre de 2016
Seca
He despojado al corazón
de su papel dorado
agua y tierra, barro
espantapájaros de mármol
en un campo sembrado
Solo hay sangre
sangre seca
seca
sangre sola
de su papel dorado
agua y tierra, barro
espantapájaros de mármol
en un campo sembrado
Solo hay sangre
sangre seca
seca
sangre sola
viernes, 28 de octubre de 2016
Informactivos
Pequeños que se salvan de una caída desde un tercer piso, jóvenes que evitan ser violadas en último momento, aumento de la esperanza de vida media, auroras boreales y rayos verdes a deshora y a la vista, nacimientos de linces y ballenas, curas que abandonan los hábitos por amor (a otros curas, a jóvenes prostitutas que dejarán la calle por ellos), intercambio de armas por flores, descubrimientos asombrosos (radios en color, donuts sin boquetes), encuentros en la tercera fase o brotes espontáneos de tolerancia en grupos de radicales (libres, de los que oxidan y se combaten con zumo de naranja)... No sé cómo aún a nadie se le ocurrió crear un informativo exclusivo de buenas noticias. Ese sí sería un buen uso que darle a la televisión. Eso creo yo.
jueves, 27 de octubre de 2016
SINESTESIA SONORA (II)
Aquí estoy sentado en un sofá de flores, mientras la brisa me impregna la piel de salitre. Tengo siete años y la sensación de que la vida me cabe en el bolsillo. Escucho el mar gritando al otro lado de la calle.
Mi abuela es un zumo de piña y mi abuelo una tarde de cine.
Mi abuela es un zumo de piña y mi abuelo una tarde de cine.
miércoles, 26 de octubre de 2016
Filosofía Evaluable
El descubrimiento de una droga nueva,
la inmediatez de la adolescencia,
un VHS
grabado desde una moto en marcha,
cielo empapado de noche.
Todo eso éramos, todo todos.
la inmediatez de la adolescencia,
un VHS
grabado desde una moto en marcha,
cielo empapado de noche.
Todo eso éramos, todo todos.
lunes, 24 de octubre de 2016
Este Año Invierno
Hace frío y se me ha helado
el tronco velloso entre tus manos,
las hojas secas de mis brazos,
la savia muerta,
el polen de arena,
los ojos tiernos de escarcha
y el viento furioso que movía mis pasos.
He muerto en invierno,
de nuevo
ahora.
Este año.
el tronco velloso entre tus manos,
las hojas secas de mis brazos,
la savia muerta,
el polen de arena,
los ojos tiernos de escarcha
y el viento furioso que movía mis pasos.
He muerto en invierno,
de nuevo
ahora.
Este año.
miércoles, 12 de octubre de 2016
SINSTESIA SONORA (I)
Debieran existir títulos de crédito en nuestro día a día, música introductoria a cada gesto cotidiano por pequeño que fuera.
Aquí estoy mirándola dormir desde la puerta antes de darme la vuelta mientras la imagen se funde a negro.
Aquí estoy mirándola dormir desde la puerta antes de darme la vuelta mientras la imagen se funde a negro.
domingo, 11 de septiembre de 2016
Nicolas Cage Performing Your Life
Nicolas Cage haciendo de Nicolas Cage en un biopic sobre Nicolas Cage. Nicolas Cage como un pequeño Nicolas Cage recien nacido que no para de llorar. Nicolas Cage haciendo de un adolescente Nicolas Cage con chorreras invitando a una chica al baile. Nicolas Cage haciendo de un joven Nicolas Cage con el corazón destrozado. Nicolas Cage haciendo de Nicolas Cage en el baño. Nicolas Cage sonriendo como Nicolas Cage en su propio funeral.
En Hollywood no tienen imaginación. Estoy malgastando mi vida vendiendo drogas.
domingo, 14 de agosto de 2016
Misisol Relami
La vida,
una cuerda de guitarra,
hierro y aire,
es una espada.
Ya no duele al sonarla
no tiene alma
ni tiene mástil
solo canciones que no existen,
canciones muertas,
que te mecen envuelto
en cuero y lana
hasta las puertas del infierno
donde ya nadie te espera.
Nadie.
Nadie.
Nadie y nunca.
Una cuerda de guitarra
quebrándose
justo antes de llegar
a donde por fin ganabas.
una cuerda de guitarra,
hierro y aire,
es una espada.
Ya no duele al sonarla
no tiene alma
ni tiene mástil
solo canciones que no existen,
canciones muertas,
que te mecen envuelto
en cuero y lana
hasta las puertas del infierno
donde ya nadie te espera.
Nadie.
Nadie.
Nadie y nunca.
Una cuerda de guitarra
quebrándose
justo antes de llegar
a donde por fin ganabas.
jueves, 28 de julio de 2016
Metalírismo
Esta noche, el rato que dormía, sonaba todo el rato esta canción. De banda sonora. Yo soñaba. Sabía que era un sueño, joder. Y me preguntaba que de dónde carajo salía esa música y que por qué José Domingo. Era metalirismo. Quería cambiar la banda sonora pero me era imposible hacer nada más que seguir soñando moviendo la cadera, cimbreante, al ritmo de la música, mientras los objetos cambiaban de forma y lugar entre mis manos. En mi cabeza.
Y desperté y no se oía nada. Todo era silencio. La mañana era silencio. La mañana.
Mañana ya no.
Y desperté y no se oía nada. Todo era silencio. La mañana era silencio. La mañana.
Mañana ya no.
sábado, 28 de mayo de 2016
Seguirnos
Imagina volver a bailar juntos, sabernos solos
en el centro de la pista, donde
todos puedan mirarnos de lejos.
Ser tu y yo.
Seguirte y que me sigas,
hasta perdernos en nuestro bosque
impenetrable.
Encontrarnos y ser dos desconocidos.
Mirarnos y olernos de nuevo.
Descubrir que tu piel ya era mi piel mucho antes del tiempo
y de la nada.
Bailar,
bailar juntos
hasta que nos apaguen las luces.
de El Proyecto Imagina
en el centro de la pista, donde
todos puedan mirarnos de lejos.
Ser tu y yo.
Seguirte y que me sigas,
hasta perdernos en nuestro bosque
impenetrable.
Encontrarnos y ser dos desconocidos.
Mirarnos y olernos de nuevo.
Descubrir que tu piel ya era mi piel mucho antes del tiempo
y de la nada.
Bailar,
bailar juntos
hasta que nos apaguen las luces.
de El Proyecto Imagina
lunes, 23 de mayo de 2016
SUPERPODERES
El chico maravilla reina en la ciudad del pecado. Ella lo corrobora nada más bajarse del tren y descubrir que él no la está esperando en el andén. Por un momento trata de recordar si habían acordado algo al respecto pero enseguida lo deja e inconscientemente perdona el agravio al no considerarlo como tal. La estación bulle de gente que va y viene a ninguna parte. Tirando de su pequeña maleta con ruedas, ella observa a aquellos viajeros sin destino mientras camina con sus pasos cortos e imperceptibles y se pregunta si alguien habrá venido a esperarlos a ellos, deseando al mismo tiempo que no sea así. Se coloca sus gafas oscuras, las que tienen forma de corazón, y llega hasta la puerta de salida a la calle no sin antes haber chocado con varias personas que, como siempre, parecen no haberla visto. No hay rastro alguno de sol y el día se torna oscuro nada más empezar.
El chico maravilla tiene su palacio en una de las angostas callejuelas del centro. Ella le pregunta al taxista si la conoce y este arranca sin contestar. Durante el trayecto se dedica a mirar por la ventanilla las postales que le ofrece aquella capital del libertinaje y el deseo. Observa a las niñas, caminando con descaro por las aceras mojadas de neón, mostrando sin vergüenza cuanta carne les permiten sus ajustados vestidos. Observa a los niños, husmeando en las esquinas, apoyados en paredes de ladrillo garabateadas de sangre, vitoreando el paso de las hembras que pasan por su lado. Y ella se baja la falda ligeramente de forma automática, mientras lo recuerda a él tumbado en la hierba, mirando hacia el cielo hombro con hombro, el día que lo conoció. Recuerda las palabras exactas, la mirada de fuego. Recuerda las manos heladas en sus piernas y la culpa al llegar a casa. De la promesa rota también se acuerda. Se revuelve incomoda en aquel taxi sucio y enseguida llega a su destino. Paga intentando sonreír pero el taxista coge el dinero sin soltar una sola palabra. Al salir del coche nota el viento frío subiéndole por la espalda. Se coloca el abrigo y hace por buscar su reflejo en un escaparate de una tienda de ropa de segunda mano, con la intención de retocarse el peinado pero, por más que se mueve frente al mismo, no acierta a distinguir su silueta. No consigue ver nada más que los vestidos de fiesta usados que, al otro lado del cristal, buscan su segunda oportunidad. A ella le parecen preciosos y algo se le encoge en el estómago.
El chico maravilla abre la puerta sin preguntar primero. Ella ha llamado al timbre con la sensación de estar pidiendo un favor, y cuando él ha aparecido vestido con su uniforme de caza y la sonrisa cargada, le han temblado las piernas y casi no ha podido ni saludar. Un Hola sin sonido ha salido de su garganta. El chico maravilla parece extrañarse de verla allí y con un gesto de cabeza la hace pasar. No sabía que vendrías, le dice él mientras se gira sobre sí mismo y se interna por los pasillos de su guarida secreta. Ella se siente translúcida, más aún, y las palabras le atraviesan como una flecha a una manzana. Rotundas, devastadoras. Agarra su pequeña maleta con ruedas y se arrastra tras él por aquel laberinto oscuro. Huele a perversión, piensa, y enseguida llegan a lo que parece el salón principal. Allí las huestes del chico maravilla retozan impúdicas por todos lados. Una pareja de jóvenes (un duende y un hada del bosque, piensa ella) yacen acurrucados en un sofá estrecho, cuerpo contra cuerpo, mientras sus manos se pierden entre las ropas del otro. Algunos hombres bajitos escupen groserías de pie junto a la ventana, soltando humo de sus pipas con olor a sándalo e incienso. Una chica con cresta se empolva la nariz sobre el espejito mágico en una de las esquinas. El resto de la habitación aparece poblada de personajes que a ella le parecen salidos del inframundo. Todos parecen bailar, gritar y divertirse. El chico maravilla la invita a sentarse y le dice Coge una cerveza del barreño y suelta tus cosas por ahí, estás en tu casa. Y dejándola sola allí en medio, él se sienta enseguida junto a una chica preciosa vestida de color esmeralda que no deja de mirarlo. Ella no sabe qué hacer, como moverse en aquel terreno, y trata de decir Hola a todo el mundo pero nadie parece escucharla. Nadie la oye. Nadie la ve. Nerviosa, agarra una cerveza nueva del cubo y se sienta en un sillón demasiado hondo para una chica de su tamaño, sus rodillas casi le quedan a la altura de la cara. Y desde allí mismo, parapetada tras su propio cuerpo, descubre al momento que su maleta se ha quedado abandonada en medio de todo el jaleo, pero ya es demasiado tarde. Alguien la golpea al pasar y esta se abre al chocar contra el suelo. Toda su ropa bien planchada y almidonada queda esparcida por la sala. Es cuestión de segundos que sus bragas y encajes terminan pisoteados por todos. Nadie parece darse cuenta. Bebe un trago de cerveza. Está caliente, piensa.
El chico maravilla ejerce su poder sin moverse de su trono. Desde allí domina todo cuanto abarca su vista y aún más allá. Desde allí hace y deshace a su antojo, cambiando el flujo de acontecimientos con un simple chasquido de dedos. Él es la ley en la ciudad del pecado y así lo siente ella cuando, desde su rincón apartado del salón, lo contempla con la boca abierta. Lo observa riendo con la mandíbula desencajada mientras despliega su carisma arrebatador en todas direcciones. Su magnetismo se esparce por todos los rincones, expandiendo su semilla en el ambiente y asegurándose así la potestad de toda futura camada que pudiera surgir a consecuencia del devenir de la noche. Y esa bruja vestida de esmeralda junto a él parece hoy su reina consorte, con sus piernas larguísimas y su escote abisal, con sus labios rojos de muerte y sus rizos interminables cayendo en vertical hacia el suelo. Lo tiene hechizado, se dice convencida pues no entiende que solo tenga palabras para aquella bruja esmeralda. Dónde están las aventuras que él le prometió, se pregunta a sí misma, Dónde el amor que sin lugar a dudas iba él a regalarle si le dejaba pasear entre sus piernas. Ella bebe despacio para no atragantarse mientras cada recuerdo roto le va nublando la vista. A su lado se ha sentado un hombre vestido totalmente de negro, con capa y capucha cubriéndole la cabeza por completo que parece mirarla sin mirarla. Y allí se ha quedado, petrificado junto a ella, sorbiendo de poco en poco su copa de vino escarlata, mientras su mirada cadáver parece decidida a conseguir un trofeo para colgar en la pared de su casa. Pero ella sabe que no puede verla, por muy cerca que esté de ella no la ve ni la verá nunca. Muy poca gente consiguió verme alguna vez, piensa de repente, y entiende en el acto que su destino es estar sin estar, que su vida transcurrirá imperceptible como un río subterráneo en mitad del desierto. Y aprovecha que la bruja esmeralda ha desaparecido un momento dirección a cualquier parte para levantarse, etílica y embriagada de decisión y recuerdos, y encaminarse hasta el trono del chico maravilla que, infalible en sus virtudes, la localiza y sitúa al instante frente a él. Y así, se levanta de un salto mortal y la recibe de frente, con los brazos abiertos y el corazón olvidado en alguna esquina perdida del universo. Y antes de que ella diga nada, la agarra por la cintura con un movimiento tan rápido como imposible, imperceptible para cualquier ojo humano, y se la lleva medio a rastras hacia alguna de las mazmorras de su guarida supersecreta. Ella se deja empujar hacia el lado oscuro pues hace unas horas ya que cree haber perdido hasta la dignidad. Su cuerpo se estremece al contacto con la mano poderosa del chico maravilla y mientras evoca cada momento de aquel día en el que se entregó a él con irracional pasión, se promete a sí misma no dejarlo escapar. Cree por un momento estar enamorada y cierra los ojos mientras atraviesa el corredor. Fuera, en la calle, se acaba de hacer de noche. Casi seguro que va a llover.
El chico maravilla sabe lo que hace. Se nota que no es su primera vez. Casi sin darse cuenta, ella se ha visto desnuda casi por completo. La única ropa que él le ha permitido conservar, que él ha decidido que mantenga, son sus braguitas y sus calcetines a rayas. Ella, acostumbrada a que nadie la vea, se ha sentido el centro del mundo cuando él le ha dicho al oído que esta noche está preciosa. La sangre, revolucionada. Y, totalmente a oscuras, totalmente ajena a lo que acontece fuera de aquellas cuatro paredes, se deja hacer sin oponer resistencia. Las defensas han caído y el poder del chico maravilla se ha hecho dueño y señor de su cuerpo. Siente sus dedos recorriéndole la espalda y buscar cobijo allá donde encuentran alguna entrada aún sin derribar. Siente su aliento invencible calentándole los lóbulos, el cuello y los senos endurecidos. Calentándole el ombligo y la entrepierna. Y se deja saborear su centro de poder mientras se escucha a si misma jadear de placer. Y, lejos de asustarse, se entrega totalmente a aquel superhéroe, y pierde el sentido, o así lo cree, cuando él la ahoga con su ímpetu de asesino conquistador. Está de rodillas en el suelo y fuera de su cuerpo al mismo tiempo, flotando por el techo de la habitación de forma astral mientras observa como él la agarra fuertemente de los hombros y la obliga a no separarse de su pubis hinchado y violento hasta casi estrangularla, hasta que vierte en su boca toda su simiente tibia y espesa. Ella está en éxtasis, aterrorizada y excitada a partes iguales. Y sigue flotando por el techo, incapaz de asimilar que esa mujer que ahora está tirada en el suelo es ella. Incapaz de asumir que tarde o temprano ha de volver a poseer su cuerpo, volver a la realidad de su mundo transparente. Y es así que, en ese estado de pérdida que se encuentra, no advierte como la puerta se ha abierto y el hombre vestido de negro se ha colocado a su lado en silencio. Ha soltado su copa de vino escarlata y tras un gesto de aprobación del chico maravilla, que descansa ahora sobre la cama mientras se regeneran sus poderes, se ha lanzado implacable sobre ella. Los dedos huesudos y ásperos parecen querer cubrirla por completo. Ella ya se ha dado cuenta de que el invasor es más fuerte y de que su héroe no va a hacer nada por salvar a la dama. Y el hombre de la capucha le clava su aguijón envenenado y cabalga jadeante sobre ella en travesía por el valle de la muerte. Quiere gritar pero ceja en su empeño. Sabe que por mucho que diga, por mucho que haga, nadie la verá nunca.
Apenas pudo rescatar una camiseta y una falda de las que andaban tiradas por el salón del chico maravilla. Al despertar de aquel mal viaje no quedaba nadie en el palacio. Sucia y despeinada ha llegado a la estación y se ha acercado a la taquilla, sin dinero, con la esperanza de poder volver a su casa. Cómo te llamas pequeña, le ha preguntado alguien, y ella, entusiasmada por la atención recibida, se ha pensado la respuesta.
Soy, o era, la chica invisible, ha dicho en voz baja.
viernes, 6 de mayo de 2016
ESTO SÍ QUE ES ARTE
Me quedé muy sorprendido cuando le dijeron que no. Que aquello no era de la categoría suficiente para poder exponerlo en su galería. Que el arte era otra cosa y, por supuesto, no lo que ella les estaba proponiendo. Eran unos galeristas serios, afirmaban categóricamente rodeados de lienzos a medio pintar y de artilugios vacíos colocados de forma inverosímil sobre peanas inertes. A ella se le vino el mundo al suelo y las lágrimas comenzaron a caerle, despacio, por la cara pintada de rojo brillante. Se quedó allí de pie, sintiendo vergüenza por primera vez desde que había concebido aquella obra. Su gran obra de arte. Y no entendía nada y se cubría los pechos con los brazos temblorosos mientras se recordaba frente al espejo, bailando en silencio y dejando caer de su pelo en movimiento miles de partículas de purpurina que empapaban todo, que volaban por la habitación manchándome la sonrisa mientras yo la observaba feliz desde la cama. Sí era arte. Para ella sí. Y para mí, también.
Al salir a la calle le puse mi abrigo por encima. Y aunque me lo rechazó, le insistí en ello. No porque me importara que todo el mundo girase la cabeza al verla pasar desnuda sino porque los poros de su piel, hinchados, delataban que estaba pasando frío.
...............................................................................................................................Ilustración de Suna Sun
sábado, 30 de abril de 2016
Horizonte
Detrás del horizonte,
ese era tu escondite.
Pero yo una vez te vi
desde la playa.
(de Verano Lánguido de Cuerpos Flotando en el Mar)
lunes, 25 de abril de 2016
ENTREVISTA
Sentados frente a frente, entrevistador y candidato se escrutaban mutuamente. El lugar, una suite no demasiado amplia de un hotel del centro de la ciudad. Al otro lado del cristal, el Sol se paseaba perezoso. El verano daba sus últimos coletazos.
Hábleme usted de su educación, le preguntó solemne. El candidato parecía confiado en sus posibilidades, apenas se inmutó ante aquella cuestión. Por la ventana, la luz del mediodía disimulaba las grietas de la pared. Una vez tuve un padre, contestó. Estuvo allí desde el principio, no recuerdo otra situación. Amaba a mi madre, es lo único de lo que estoy seguro acerca de él, que era apasionado. Eso sí, nunca lo vi llorar. Perdón, no es cierto. Una vez lloró frente a mí. Fue recordando a su padre. Él tenía uno también. Yo no voy a llorar. Después tuve un hijo. Yo le quise siempre, incluso después de llegar a conocerle. Es falso eso que dicen que nunca se llega a conocer a nadie, y menos a un hijo. Yo conocí al mío. Por lo menos hasta que se fue de casa. A partir de entonces mentiría si dijera que fue igual. Imagino que, algún día, llorará recordándome. Yo no lo haré.
El entrevistador comenzaba a disfrutar. La primera, en la frente. Intentó hacer memoria. No recordaba ninguna respuesta de aquel calibre en su carrera. Ninguna.
¿Tiene experiencia en el puesto? ¿Ha desempeñado alguna función similar en antiguos empleos? Probó con la doble pregunta. Comenzaba a intuir que con este individuo las opciones eran infinitas. El candidato le observaba serio, parecía divagar mentalmente, pisar tierras lejanas desde aquella silla dura de hotel. La vida da muchas vueltas, comenzó a responder, la época que pasé en la calle me curtió con creces en todos los aspectos de la inmundicia. Ha usted de saber que he cercenado varias vidas con mis manos, tanto físicas como espirituales, y sin demasiado esfuerzo, créame. Tardé poco tiempo en darme cuenta de que si uno insiste puede conseguir cualquier cosa, por imposible que parezca. Basta con ser tozudo. Actualmente es la única manera de conseguir algo. Y calumniando, por supuesto. Miente que algo queda. Ese ha sido mi canon desde siempre. Y aquí estoy. Cualquiera se sentiría orgulloso de mí ¿No opina usted lo mismo?
El entrevistador se retorció en su asiento. Se sentía totalmente abrumado ante las palabras de aquel hombre. Tiene demasiado ego, pensó, eso debe ser positivo. Lo apuntó en su cuaderno sagrado, el mismo donde anotaba la lista de la compra. Lo miró con ojos inquisidores mientras sopesaba cuál sería la siguiente pregunta que le lanzaría.
Explíqueme lo que más le gusta del puesto ofertado, se decidió a preguntar. El candidato pareció dudar. Se rascó la barbilla y abrió la boca para hablar. Si es usted tan amable, dijo, me va a permitir que le hable con sinceridad. Jamás vi nada igual. Tenía la secreta esperanza de que algún día podría contemplar de cerca alguna belleza del calibre de esa mujer. Así que cuando la vi por primera vez, en medio de aquella sala aséptica, supe que tenía que ser mía. No la he vuelto a ver, pero lo haré. Muchas noches he soñado con ella. Me trae loco, no me deja vivir. Esa es la razón. Y no me mire usted así, que también es un hombre y sabe de lo que le hablo.
Jamás se había cruzado con alguien así. Jamás. Tenía don de palabra, seguridad en su expresión. Sabía perfectamente de lo que hablaba. Era el candidato perfecto. Pero aún así, el entrevistador quería asegurarse. Le haría la pregunta definitiva.
Dígame cuáles son sus aspiraciones económicas. El candidato frunció el ceño al escuchar aquella pregunta. Se quedó pensando. El silencio se apoderó de aquella sala. Pasaron varias horas. El entrevistador lo miraba fijamente, gozando secretamente del espécimen que tenía delante. Llegó la noche. El teléfono rompió el silencio. Lo dejaron sonar hasta que se calló cansado. Por fin, el candidato abrió la boca. Ha de estar seguro, comenzó con gesto serio, que moriré antes de dejarme vencer por la adversidad. Que lucharé frente a los infames molinos con los ojos vendados, seguro que lo haré. Es todo lo que puedo decir.
El entrevistador no cabía en sí de gozo. Se puso en pie, excitado, tirando su libreta por los suelos, la silla por los suelos, su dignidad por los suelos. El puesto es suyo, gritó mientras abrazaba al candidato. Usted vale demasiado, amigo, demasiado.
Al otro lado del cristal, la luna clareaba. Acababa de empezar el invierno.
sábado, 16 de abril de 2016
El Pozo de los Deseos
Imagina caminar a través del sendero de un pliegue de tu piel cansada y llegar hasta el pozo de los deseos. Asomar la cabeza despoblada y ver reflejado en el fondo la sonrisa del muchacho que una vez fuiste.
Y volver a reir mientras no te arrepientes de nada..
De El Proyecto Imagina
Y volver a reir mientras no te arrepientes de nada..
De El Proyecto Imagina
viernes, 8 de abril de 2016
Novela (I)
Será extraña, pero será. Pero novela.
Tengo una visión constante. Los veo jugando en la ribera de un río y amándose entre los cañaverales. Veo polvo y tardes de color rojo sangre. Hace calor. Veo como se hieren y se espolean hacia el abismo unos a otros. El tiempo dibujando, con letra de calografía, heridas invisibles bajo la piel. Rencor, odio y redención. Sexo y saliva. Veo casi todo. En forma de fotografías color sepia.
Pongámoslo en orden. Busquemos el tiempo necesario. Asesinemos a Pizarnik, a Durás. Arranquémosle las entrañas a Panero. Asesinemos a todos.
Es imposible, si no, llegar hasta el final.
1.
Durante las marchas, te quedabas rezagada en el camino, siempre la última en la fila de muchachos de sed y cantimplora. Él y yo marchábamos siempre a la cabeza del grupo, indiferentes a tus pasos, ajenos a tu cuerpo sucio y sudado y a su caminar espeso. Aunque siempre alguno, finalmente, terminábamos
Estoy seguro que de eso jamás te diste cuenta.
2.
Te dije quítate la ropa y ni si quiera te diste cuenta de quién te hablaba. Mi cara quizás hubiera cambiado pero mis ojos seguían siendo los mismos. Tú te desnudabas frente a un extraño que antes fue tu piel
Traté por todos los medios que se notara lo que estaba disfrutando.
3.
Jacob te atusaba el pelo mientras yo te observaba desde la otra punta de la mesa. Me fascinaba ver como sus dedos largos y delgados desenredaban tu cabello maltratado por el cloro y el sol. La delicadeza de sus movimientos no se correspondía con la expresión de su rostro, con sus ojos grises totalmente desaparecidos. Y enseguida él te empujaba o te arañaba la cara en un arrebato mudo y colérico. Siempre lo hacía. Y tú no decías nada.
Mi sopa
4.
Allí, con la cabeza invertida, la espuma de la boca y la saliva te corrían mejilla abajo de forma viscosa y renqueante. Pensé, no sé
Volví a acometerte mientras miraba de frente tu sexo seco.
5.
Te quedaste tumbada sobre el sofá de plástico, cubierta de semen, brillante y desnuda como una fruta almibarada. Tratabas de sonreír pero el asco se te notaba a distancia. Eso es lo que quise pensar, que sentías asco por lo que acababa de hacer con tu cuerpo. Pero no estaba del todo seguro. Te había sentido estremecer durante la cabalgada y hubiera jurado que, aunque sólo fuera un poco, realmente habías disfrutado sintiéndote mancillada, potreada. Reventada.
Tenías los ojos cerrados, pegajosos. Recuerdo tu bracear torpe tratando de encontrar algo con que limpiarte los párpados. Recuerdo acercar la cámara hasta dejarla a escasos centímetros de tu cara, tu aliento sobre el objetivo, el río negro y salvaje de rímel surcándote los pómulos. Tengo ese plano fijo en mi memoria y es al que más recurro. Una y otra vez.
Una y otra vez.
martes, 29 de marzo de 2016
Ballena Blanca
Buscar tumbado en el lecho
gozar de su cuerpo ajado,
ballena blanca endemoniada
guiándome al precipicio.
Mutar mi mano a un extraño
perdido en el laberinto.
Puedo imaginar así entonces
como hendir mi falo muerto
de niño.
(de Verano Lánguido de Cuerpos Flotando en el Mar)
viernes, 25 de marzo de 2016
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